viernes, 19 de junio de 2015

DEVARIM 10: Lo que Dios pide de ti


En este capítulo, Moisés comienza mencionando las Segundas Tablas del Pacto.  Las primeras fueron rotas a causa del Pecado del Becerro de Oro (Deu. 9:9-19).  Aunque Israel le falló a Dios, Él les dio otra oportunidad luego de haber mostrado arrepentimiento. 
(Deu. 10:1-2)  En aquel tiempo Jehová me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera; y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca.

¿Qué palabras escribió el Señor en las Tablas, tanto las primeras como las segundas?  Allí está escrito lo que se conoce como “los Diez Mandamientos”, los cuales representan el resumen de toda la Ley (o enseñanza, en hebreo: Torá). 

Las Tablas sirven como testimonio del Pacto entre Dios e Israel.  ¿En qué consiste el Pacto?  En resumen, es el compromiso de Israel de hacer todo lo que Dios dijera—Yehová sería su Dios, e Israel sería Su pueblo.  El resumen del Pacto está escrito en las Tablas.
(Deu. 4:13)  Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra;  los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.

El Pacto completo estaba escrito en los rollos de la Torá, y eso fue lo que leyó delante de todo el pueblo…
(Éxodo 24:7-8)  Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.  Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.

Israel hizo un pacto con Dios de obediencia, sellado con sangre.  Después de haber confirmado el pacto, Moisés subió al Monte Horeb para recibir las Tablas de la Ley.
(Éxodo 24:12)  Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.

Las Tablas llevaban escritas el resumen del pacto: los 10 Mandamientos.  Esta es la base de toda la Ley.  Además de ser el resumen, las Tablas sirven como testimonio de este Pacto, por eso también se les conocen como “las Tablas del Testimonio”.
(Éxodo 31:18)  Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.

(Éxodo 32:15-16) Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.  Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

Estas primeras Tablas del Pacto fueron quebradas porque el pueblo le falló a Dios (Deu. 9:17).  Pero se arrepintieron, y el Señor les dio otra oportunidad...

Luego de recibir el perdón de Dios, el Señor les dio unas nuevas Tablas del Testimonio (las Segundas Tablas), en las cuales también estaban escritos los “Diez mandamientos”.
(Deu. 10:3-5)  E hice un arca de madera de acacia, y labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano.  Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea; y me las dio Jehová.  Y volví y descendí del monte, y puse las tablas en el arca que había hecho; y allí están, como Jehová me mandó. 

Las primeras tablas fueron talladas y escritas por Dios.  En el caso de las segundas tablas, Moisés debía participar labrando las piedras, aunque fue el Señor quien escribió de nuevo sobre la piedra. Dios quiere que hagamos nuestra parte, y Él hará la suya. 
(Éxodo 34:1,4)  Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras,  y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste…  Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras;  y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí,  como le mandó Jehová,  y llevó en su mano las dos tablas de piedra. 

En el contexto de las Segundas Tablas, Dios mostró sus atributos de misericordia…
(Exodo 34:5-7)  Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.  Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. 

La misericordia de Dios no borra Su justicia.  En su compasión, Él borra nuestras faltas si nos arrepentimos, pero al darnos una nueva oportunidad Él espera que nosotros comencemos a hacer el bien (Éxodo 34:9-11).

TRIBU DE LEVI: GUARDADORES DEL PACTO
Las Tablas de la Ley debían ser guardadas en el Arca del Pacto, el cual se encontraba en el Lugar Santísimo del Tabernáculo.  Dios escogió a la tribu de Levi para cuidar el Arca y todo lo relacionado con el Tabernáculo.  Todos los levitas dedicaron sus vidas a ello.
(Deu. 10:8) En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví  para que llevase el arca del pacto de Jehová, para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy.

Moisés volvió a recordarles a los israelitas sobre el rol especial que tendría la tribu de Levi.  Ellos no iban a participar en la guerra de conquista porque ellos no iban a heredar territorio; sólo les iba a ser asignadas ciudades donde habitar, repartidas en todo el territorio de Israel (Números 35). 

Aunque los levitas no iban a recibir su propio territorio, su heredad era la mejor…
(Deu. 10:9) por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo.

Los levitas iban a dedicarse a trabajar para Dios en el Templo, y como maestros y jueces en sus comunidades.  Dado que ellos no tenían un ingreso económico ni forma de producción, ellos dependerían de las ofrendas y diezmos del pueblo.
(Números 18:20-21)  Entonces el SEÑOR dijo a Aarón: No tendrás heredad en su tierra, ni tendrás posesión entre ellos; yo soy tu porción y tu herencia entre los hijos de Israel.  Y he aquí que yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, a cambio de su ministerio en el cual sirven, el ministerio de la tienda de reunión.

También Ezequiel habla de esto en relación al Templo de la era mesiánica…
(Ezequiel 44:28-30)  Y habrá para ellos heredad; yo seré su heredad, pero no les daréis posesión en Israel; yo soy su posesión.  La ofrenda y la expiación y el sacrificio por el pecado comerán,  y toda cosa consagrada en Israel será de ellos.  Y las primicias de todos los primeros frutos de todo,  y toda ofrenda de todo lo que se presente de todas vuestras ofrendas,  será de los sacerdotes;  asimismo daréis al sacerdote las primicias de todas vuestras masas,  para que repose la bendición en vuestras casas.

LO QUE DIOS PIDE
Sabiendo lo que Dios esperaba de la tribu de Levi (servir a Dios en el Tabernáculo), podríamos preguntarnos: ¿Qué espera Dios de todas las demás tribus de Israel? Moisés responde esta pregunta a continuación…
(Deu. 10:12-13)  Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? 

Todo israelita está llamado a servir a Dios con su obediencia y con su amor.  Esta es la esencia de lo que Dios quiere y espera de su pueblo.  Éste es el mismo mensaje en esencia que habla el profeta Miqueas…
(Miqueas 6:8)  El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?

Esto suena simple, ¿verdad? Entonces, ¿por qué es tan difícil obedecer a Dios?  Posiblemente por la dureza del corazón y la falta de humildad.  Por eso Moisés exhorta diciendo:
(Deu. 10:16) Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. 

El concepto de “circuncisión del corazón” no surgió en tiempos del Nuevo Testamento, sino está desde el principio, en la Torá.  Desde el principio, el Señor está interesado en nuestro corazón. 



CIRCUNCIDAD EL CORAZÓN
Claramente, la imagen de la “circuncisión del corazón” es alegórica y no literal.  Quitar “el prepucio del corazón” representa eliminar los deseos carnales que nos llevan al pecado.  También está relacionado con la dureza de corazón. 

Un versículo en Levítico nos da una idea de lo que puede significar “un corazón incircunciso”, y lo relaciona con la soberbia y la incapacidad de reconocer el pecado propio…
(Levítico 26:41-43)  …o si su corazón incircunciso se humilla, y reconocen sus iniquidades, entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, me acordaré también de mi pacto con Isaac y de mi pacto con Abraham, y me acordaré de la tierra… Entretanto, ellos pagarán su iniquidad, porque despreciaron mis ordenanzas y su alma aborreció mis estatutos.

Pablo explica que la circuncisión del corazón es más importante que la física, y ésta primera está relacionada con la disposición a obedecer a Dios…
(Romanos 2:25-29)  Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la ley, pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión se ha vuelto incircuncisión.  Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos de la ley, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión?  Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te juzgará a ti, que aunque tienes la letra de la ley y eres circuncidado, eres transgresor de la ley?  Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne; sino que es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios.

También el profeta Jeremías relaciona la circuncisión del corazón con la obediencia…
(Jeremías 4:4)  Circuncidaos para el SEÑOR, y quitad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que mi furor salga como fuego y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras.

El Salmo 119, que habla de las bondades de la Ley de Dios, hace muchas referencias al corazón en relación a la obediencia.  A continuación compartimos algunas de ellas:
(Salmo 119:10-11) Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.  En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.

(Salmo 119:34)  Dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla de todo corazón.

(Salmo 119:111-112)  Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón.  He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y hasta el fin.

(Salmo 119:69-70)  Contra mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.  Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado.


Al final del libro de Devarim, se relaciona la circuncisión del corazón con el amor a Dios.
(Deu. 30:6)  Además, el SEÑOR tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.

En realidad, este es el mismo mensaje, ya que el amor a Dios se expresa con la obediencia, tal como lo enseñó Jesús y lo explicó Juan…
(Juan 14:15) Si me amáis, guardad mis mandamientos.

(Juan 14:23) Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará;  y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

(1 Juan 2:3-5) Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.  El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos,  el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.

Terminaremos el estudio de este capítulo leyendo el mensaje que resume lo que Dios espera de Su Pueblo:
(Deu. 10:20-21) A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás,  y por su nombre jurarás.  El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. 


*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO




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