jueves, 16 de abril de 2015

DEVARIM 1: Mensaje para la Nueva Generación

Como vimos en la introducción, el primer versículo del libro de Deuteronomio (heb. Devarim) nos revela el tema de este libro…
(Deu. 1:1)  Estas son las palabras que Moisés habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto

Comienza diciendo: “Estas son las palabras” (en hebreo: Eleh Devarim). En el libro de Devarim están escritas las palabras que Moisés habló al pueblo de Israel en sus últimos días de vida (cumpliendo ya casi 120 años de edad).  Podríamos pensar que es el “legado de Moisés” antes de morir…pero no es exactamente así.  Estas Palabras (heb. Devarim) no vienen de la mente de Moisés, sino del corazón mismo de Dios.  Moisés las habló tal como fueron dictadas por Dios. 

Como mencionamos, Devarim es la “repetición de la Torá” (heb. Mishne HaTorá).  “Torá” significa: instrucción, enseñanza.  La Torá ya había sido enseñada a los israelitas al pie del Monte Sinaí.  Pero ahora era necesario repetirla a la siguiente generación.  Para Moisés era muy importante repetir la Torá en ese momento, no sólo antes que la nueva generación entrara a la Tierra Prometida, sino antes de que él muriera, pues ya tenía casi 120 años de edad.  Moisés no sólo enseñó la Torá verbalmente, sino que también la escribió para hacerla disponible a las siguientes generaciones…
(Salmo 78:5-8)  Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos; para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos, para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos; y no fueran como sus padres, una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.

Devarim no es el legado de Moisés, sino de Dios para Su pueblo Israel…pero no sólo para esa generación, sino para todas las generaciones.

Antes de “repetir la Torá”, Moisés comenzó su discurso dando una introducción histórica…

CONTEXTO HISTORICO
Tal vez muchas personas encuentran aburrida la historia, pero la Biblia hace mucho énfasis en ella por su importancia. La historia bíblica no sólo es una colección de datos y fechas, sino que nos sirve de ejemplo y de lección.
(1 Corintios 10:11-12) Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga.

Como dice el famoso refrán: “Si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetirla”. 

Por otro lado, la historia nos da identidad: Si sabemos de dónde venimos, conoceremos quiénes somos; y si sabemos quiénes somos, podremos deducir hacia dónde vamos…

¿DÓNDE?
Moisés comienza señalando dónde los israelitas están acampados en ese momento…
(Deu. 1:1-2)  Estas son las palabras que Moisés habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá, frente a Suf, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab. Hay once días de camino desde Horeb, por el camino del monte Seir, hasta Cades.

No todos estos lugares aquí mencionados se conocen el día de hoy, pero bástenos saber que se encontraban acampados en el lado este del Río Jordán, en las planicies cercanas al río Arnón, al norte de Moab. 

¿CUÁNDO?
Cuando Moisés comienza el discurso del libro de Devarim, ya habían pasado cuarenta años desde que los israelitas habían salido de Egipto.  La “Generación del Desierto” (los adultos que habían salido de Egipto) ya había muerto, por lo tanto el mensaje era para la Nueva Generación, quienes entrarían a conquistar la Tierra Prometida.  
(Deu. 1:3) Y sucedió que en el año cuarenta, el mes undécimo, el primer día del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todo lo que el SEÑOR le había ordenado que les diera.

El viaje que les debió tomar once días, partiendo desde Horeb (el Monte Sinaí) hasta Canaán, en realidad les llevó 38 años más.
(Deu. 1:2)  Hay once días de camino desde Horeb, por el camino del monte Seir, hasta Cades.

Esto no fue porque la otra generación “se perdió” en el desierto. Ellos llegaron a las puertas de la Tierra Prometida (en Cades), pero no entraron por la falta de fe (Num. 13:25-26). 

Ahora la Nueva Generación estaba lista para conquistar la Tierra Prometida.  Pero en esta ocasión no iban a entrar por el sur (desde Cades en el desierto de Parán), sino por el este (desde los territorios de Moab), atravesando el Río Jordán.
(Deu. 1:5-6) Al otro lado del Jordán, en la tierra de Moab, Moisés comenzó a explicar esta ley, diciendo: El SEÑOR nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Bastante habéis permanecido en este monte.

Ya habían pasado 40 años desde la salida de Egipto…y ya era hora de entrar a la Tierra Prometida. 

BASTANTE HABÉIS PERMANECIDO…
En el versículo 6, Moisés recuerda una frase muy interesante que el Señor dijo: “Bastante habéis permanecido en este monte”.  El Monte se refiere al Sinaí, donde Israel recibió la Torá.  Este evento fue uno de los más importantes de la historia de Israel, sin duda alguna.  Sin embargo, aunque la Torá es muy importante, no debemos olvidar que ella no es la meta, sino sólo es un instrumento que nos ayuda a hacer la voluntad de Dios.

Hay personas que se dedican a estudiar la Biblia, y se vuelven expertos y teólogos; pero ¿de qué sirve si no la ponen en práctica en sus vidas?   El valor de la Palabra de Dios no está en el conocimiento sino en la práctica.  Por lo tanto, no nos conformemos con “aprenderla”, sino vivirla.  Este es el mismo mensaje que da Santiago en su carta:
(Santiago 1:22-25)  Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.

TIEMPO PARA CONQUISTAR
Ciertamente Dios llevó al pueblo de Israel a Horeb (Monte Sinaí), y allí les dio la Torá.  Pero Él no quería que se quedaran allí.  Había llegado el momento de tomar la Tierra que Dios les prometió…
(Deu. 1:7-8) Volveos; partid e id a la región montañosa de los amorreos, y a todos sus vecinos, en el Arabá, en la región montañosa, en el valle, en el Neguev, y por la costa del mar, la tierra de los cananeos y el Líbano, hasta el gran río, el río Éufrates.  Mirad, he puesto la tierra delante de vosotros; entrad y tomad posesión de la tierra que el SEÑOR juró dar a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, a ellos y a su descendencia después de ellos.

Desde el río Nilo hasta el río Eufrates

Nótese que la dimensión de la Tierra Prometida está en su máxima expresión, que va desde río Nilo hasta el río Éufrates, tal como Dios se lo prometió a Abraham:
(Génesis 15:18-20) En aquel día el SEÑOR hizo un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates: los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos. 

Israel nunca ha llegado a poseer toda esa extensión.  Pero la profecía dice que tanto Egipto como Asiria van a reconocer y someterse ante el Dios de Israel (Isaías 19:17-25).  Esto sucederá en los últimos tiempos, probablemente hasta que el Mesías venga.

JUECES
En su narrativa, Moisés también hizo mención de la necesidad de nombrar líderes entre el pueblo, específicamente: jueces.  Moisés no podía llevar solo la carga de guiar al pueblo.
(Deu. 1:9-12) El SEÑOR vuestro Dios os ha multiplicado y he aquí que hoy sois como las estrellas del cielo en multitud. Que el SEÑOR, el Dios de vuestros padres, os multiplique mil veces más de lo que sois y os bendiga, tal como os ha prometido. ¿Cómo puedo yo solo llevar el peso y la carga de vosotros y vuestros litigios?

¿Cuál fue la solución? 
(Deut. 1:13-15) Escoged de entre vuestras tribus hombres sabios, entendidos y expertos, y yo los nombraré como vuestros jefes. Y vosotros me respondisteis, y dijisteis: Bueno es que se haga lo que has dicho. Entonces tomé a los principales de vuestras tribus, hombres sabios y expertos, y los nombré como dirigentes vuestros, jefes de mil, de cien, de cincuenta, y de diez, y oficiales para vuestras tribus.

¿Por qué Moisés hace referencia a los jefes en este momento, antes de repetirles la Ley?  Puede ser por dos razones:
a.    Porque él sabe que está llegando a sus últimos días, y quiere recordarles que pueden seguir adelante sin él.  Primero, tienen a Dios eterno como su Rey, y también cuentan con líderes que los irán guiando en el camino.
b.    Para que sepan que, aunque tienen jefes, éstos no dictan las reglas (como los reyes autoritarios de otras naciones), sino que simplemente son jueces que ayudan a mantener un orden que ha sido establecido por Dios. 

La asignación de líderes ya había sido establecida desde la generación anterior.  Curiosamente se estableció este orden ANTES de recibir la Torá (la instrucción) en el Monte Sinaí (Exo. 18:21-22).

Nota: En este momento no estudiaremos a fondo este tema de los jueces, ya que lo veremos más adelante en el libro (Deut. 16).

PECADO DE LOS ESPÍAS
En la introducción de Devarim, Moisés le recuerda a la Nueva Generación la razón por la que sus padres no entraron a la Tierra Prometida: el Pecado de los Espías.  En la entrada anterior (Devarim:Introducción) estudiamos la narrativa del libro de Números, y hoy la veremos la perspectiva de Devarim (Deut.).
(Deu. 1:19-21)  Partimos de Horeb y pasamos por todo aquel vasto y terrible desierto que visteis, camino de la región montañosa de los amorreos, tal como el SEÑOR nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cades- barnea. Y os dije: Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos que el SEÑOR nuestro Dios va a darnos. Mira, Israel, el SEÑOR tu Dios ha puesto la tierra delante de ti; sube, toma posesión de ella, como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha dicho. No temas ni te acobardes.

A los israelitas que salieron de Egipto les tomó aproximadamente dos años para llegar a las puertas de la Tierra Prometida.  Había llegado el momento de llegar a su destino.  Sin duda, había gran expectativa…pero también tenían dudas (¿Cómo será la tierra?  ¿Hay habitantes, y cuán poderosos son?).  Movidos por la curiosidad, los israelitas pidieron que fueran enviados exploradores o espías ANTES de entrar.  ¿Con qué propósito? 
(Deu. 1:22) Entonces todos vosotros os acercasteis a mí, y dijisteis: Enviemos hombres delante de nosotros, que nos exploren la tierra, y nos traigan noticia del camino por el cual hemos de subir y de las ciudades a las cuales entraremos.

¿Por qué razón los israelitas pidieron que fueran enviados espías a la tierra?  Ellos dijeron que era para estar informados sobre el lugar que iban a entrar. 
Supuestamente no estaban dudando si debían de entrar o no, sino se estaban preguntando “cómo” hacerlo.  Bajo ese entendido, Moisés estuvo de acuerdo. 
(Deu. 1:23-25)  Y me agradó el plan, y tomé a doce hombres de entre vosotros, un hombre por cada tribu. Y ellos partieron y subieron a la región montañosa, y llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. Tomaron en sus manos del fruto de la tierra y nos lo trajeron; y nos dieron un informe, diciendo: Es una tierra buena que el SEÑOR nuestro Dios nos da.

El problema fue que permitieron que la duda entrara.  Es interesante la forma en que Moisés expresa el problema: el no dice que “tuvieron miedo”, sino que “se rebelaron”.  Muchas veces el problema no es “tener miedo”, sino “perder la fe”.  Uno puede llegar a sentir miedo ante ciertas circunstancias, pero en lugar de dejarse llevar por el pánico uno debe recordar que Dios está con uno y nos puede guiar a través de las tormentas de la vida.

Pero la generación del desierto se dejaron llevar por el miedo, al punto que dejaron de creer en Dios, y llegaron a tomar la decisión de no entrar a la Tierra y no seguir el plan de Dios. 
(Deu. 1:26-28) Sin embargo, no quisisteis subir, y os rebelasteis contra el mandato del SEÑOR vuestro Dios. Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque el SEÑOR nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos. ¿Adónde subiremos? Nuestros hermanos nos han atemorizado, diciendo: El pueblo es más grande y más alto que nosotros; las ciudades son grandes y fortificadas hasta el cielo. Y además vimos allí a los hijos de Anac.

Moisés todavía trató de ayudarlos a superar el miedo…
(Deu. 1:29-31) Entonces yo os dije: No os aterréis ni tengáis miedo de ellos. El SEÑOR vuestro Dios, que va delante de vosotros, El peleará por vosotros, así como lo hizo delante de vuestros ojos en Egipto, y en el desierto, donde has visto cómo el SEÑOR tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo, por todo el camino que habéis andado hasta llegar a este lugar.

El problema es que el pueblo creyó más en las circunstancias que en Dios.
(Deu. 1:32-33)  Pero con todo esto, no confiasteis en el SEÑOR vuestro Dios, que iba delante de vosotros en el camino para buscaros lugar dónde acampar, con fuego de noche y nube de día, para mostraros el camino por donde debíais andar.

Por la falta de fe en Dios, la Generación del Desierto no entró a la Tierra Prometida…sólo Caleb, Josué y la nueva generación.
(Deu. 1:34-40)  Entonces oyó el SEÑOR la voz de vuestras palabras, y se enojó y juró, diciendo: Ninguno de estos hombres, esta generación perversa, verá la buena tierra que juré dar a vuestros padres, excepto Caleb, hijo de Jefone; él la verá, y a él y a sus hijos daré la tierra que ha pisado, pues él ha seguido fielmente al SEÑOR. El SEÑOR se enojó también contra mí por causa vuestra, diciendo: Tampoco tú entrarás allá. Josué, hijo de Nun, que está delante de ti, él entrará allá; anímale, porque él hará que Israel la posea. Y vuestros pequeños, que dijisteis que vendrían a ser presa, y vuestros hijos, que hoy no tienen conocimiento del bien ni del mal, entrarán allá, y a ellos yo la daré, y ellos la poseerán. Pero vosotros, volveos y partid hacia el desierto por el camino del mar Rojo.

Lo tremendo es que tampoco Moisés entró.  Pero no fue por el Pecado de los Espías, sino por otra causa (que estudiaremos en el capítulo 3).

Por un momento, el pueblo pareció haber reaccionado, ya que admitieron que habían pecado contra Dios…
(Deu. 1:41) Entonces respondisteis y me dijisteis: Hemos pecado contra el SEÑOR; nosotros subiremos y pelearemos tal como el SEÑOR nuestro Dios nos ha mandado. Y cada uno de vosotros se ciñó sus armas de guerra, y pensasteis que era fácil subir a la región montañosa.

El pueblo parecía arrepentido, pues ahora estaban dispuestos a pelear por la tierra.  Pero Dios los frenó…
(Deu. 1:42) Pero el SEÑOR me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues yo no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos.

Lamentablemente, el pueblo no atendió a la advertencia….más bien, hicieron precisamente lo opuesto que Dios les dijo.
(Deu. 1:43-44)  Y os hablé, pero no quisisteis escuchar. Al contrario, os rebelasteis contra el mandamiento del SEÑOR, y obrasteis con presunción, y subisteis a la región montañosa. Y los amorreos que moraban en aquella región montañosa salieron contra vosotros, y os persiguieron como lo hacen las abejas, y os derrotaron desde Seir hasta Horma.

El pueblo hizo todo al revés: no querían entrar cuando Dios los llevó a la puerta de la promesa; pero cuando Dios les advirtió que no entraran, se lanzaron al peligro (sin estar protegidos).  Trataron de conquistar la promesa con sus propias fuerzas, y eso no se puede lograr (los gigantes son reales, pero se pueden vencer SOLO con la ayuda de Dios).

¿Por qué actuaron así?  Ellos simplemente no escucharon.   Ellos no querían oír lo que Dios dijo ni lo que Moisés les advirtió; sólo querían hacer su voluntad…y las cosas no funcionan así en el Reino de Dios.

DIOS NO ESTABA CON ELLOS
Hay un punto importante que los israelitas ignoraron: ¡Dios no estaba con ellos!
(Deu. 1:42) Pero el SEÑOR me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues yo no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos.

Esa frase debió sacudirlos y llevarlos a postrarse en arrepentimiento.  Esto era algo muy serio, pero parece que los israelitas ni siquiera se inmutaron cuando oyeron decir que Dios no estaba con ellos.  Probablemente todo lo que les preocupaba era hacer su propia voluntad—con Dios o sin Dios.  Esa actitud confirmó su falta de arrepentimiento.  En lugar de tratar de conquistar la Tierra, debieron tratar de recuperar la relación con Dios…pero evidentemente esa no era su prioridad—o tal vez ni una consideración. 

¿Cómo debieron actuar, entonces?  Moisés nos da un excelente ejemplo. 
Luego del Pecado del Becerro de Oro, Dios le dijo a Moisés que guiara él a los israelitas a la Tierra Prometida porque Él ya no iría con ellos…
(Exo. 33:1-3)  Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que has sacado de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Y enviaré un ángel delante de ti, y echaré fuera al cananeo, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Sube a una tierra que mana leche y miel; pues yo no subiré en medio de ti, oh Israel, no sea que te destruya en el camino, porque eres un pueblo de dura cerviz.

El Señor le estaba diciendo que entrarían a la Tierra Prometida…pero sin Su Presencia.  Veamos cómo reaccionó Moisés a esto:
(Exo. 33:15-16)  Entonces le dijo Moisés: Si tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí. ¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, yo y tu pueblo? ¿No es acaso en que tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?
 
Moisés prefería quedarse en el desierto con Dios que entrar a “la tierra que mana leche y miel” sin Su Presencia. 
Por el contrario, el pueblo no estaba enfocado en su relación con Dios, sino sólo en lo que podrían obtener de Él…y al final lo perdieron todo…
(Deu. 1:45-46)  Entonces volvisteis y llorasteis delante del SEÑOR, pero el SEÑOR no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído. Por eso permanecisteis en Cades muchos días, los días que pasasteis allí.

¿Amamos a Dios por quién Él es, o sólo lo queremos por lo que Él puede hacer por nosotros?



*  Más lecciones de Deuteronomio: DEVARIM (Deut.)

*  Clase de Biblia en audio: DEVARIM AUDIO

2 comentarios:

  1. Tremendo estudio. Me tiene atrapada y no puedo para. Los vengo siguiendo hace ya algún tiempo y Dios ha traido revelación y palabra a mi vida espiritual estancada por años de sequia. Ana Dios te está usando de formas que no te imaginas.
    Es como si se me hubiera caido un velo y cosas que me parecian incomprensible o pesadas, como por ejemplo las genealogias, ahora entiendo la importancia y me fascinan. No paro de escuchar los estudios, voy en el auto y los po go para ir preparando mi corazón y luego en la noche lo vuelvo a escuchar y ni te digo la de versiculos que escuche varias veces. Un gran abrazo desde Uruguay para ti y los hermanos alli en Guatemala

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    1. Muchísimas gracias, Carmen. Me bendice tanto oír tu testimonio. Que el Señor siga trayendo revelación a tu vida a través de Su Palabra.
      Bendiciones,
      Ana Beatriz C.

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